Para la unidad 3 en 5 años trabajaremos el adviento y lo haremos en 3 sesiones tal como explico a continuación.
1ª
Sesión:
- Hablamos de adviento, explicamos qué es, cuanto dura y hacemos una corona, símbolo central, la ponemos en el rincón de Reli.
- Para hacer la corona cada niño dibujará sus manos en cartulina verde y las recortará.
- Unimos todas las manos formando la corona.
- Sobre ella pondremos 4 velas y decoramos con un lazo, purpurina o como nos guste.
2ª
Sesión:
- Contamos el cuento de Paulita, hablamos sobre lo que nos enseña:
Cuento
de Paulita
Todos
los años, al aproximarse la fiesta de Navidad, Paulita cambiaba por
completo.
Su
mamá se sorprendía cuando Paulita guardaba sus juguetes y era una
niñita tan obediente que todos se quedaban encantados. Pero al
llegar el Año Nuevo volvía a ser la niña de siempre.
Nadie
comprendía estos cambios tan bruscos. Ni su mamá, ni su papá, ni
sus amiguitos más íntimos podían explicar este hecho tan extraño,
porque solamente Dios conocía su secreto.
Cuando
Paulita tenía cinco años, su abuela le contó que el Niño Jesús
había nacido tan pobre que no tenía una cunita calentita como los
otros niños, sino que lo habían dejado en un frío establo, en
pleno invierno.
Paulita
llorando dijo: ¡Pobre Niñito Jesús, sin colchón, sin abrigo! ...
¡Pero si Jesús es el Hijo de Dios!... ¿Qué podemos hacer?
La abuelita le
preguntó: ¿No te gustaría ofrecerle una camita blanda y una
mantita para abrigarlo?, Paulita le contestó: ¡Cuánto me gustaría
abuelita!... Pero, ¿cómo puedo hacer yo todo eso?Escuchame bien, pequeña, dijo la abuelita. Cada sacrificio que hagas será una pluma para la almohada y para el colchoncito de Jesús, y cada oración una hebra de hilo para las sabanitas. Faltan cuatro semanas para el nacimiento. Todavía puedes, en este tiempo, prepararle una camita blanda y calentita.
Este
fue el secreto que Paulita guardó con tanto cariño y que nunca
olvidó. Después de algún tiempo, el buen Dios se llevó la
abuelita al cielo. Paulita lloró amargamente; ahora no tenía a
nadie que le ayudara a preparar la cunita del Niño Jesús.
Finalmente, después de pensar mucho, recordó que seguramente la
abuelita, desde el cielo, contemplaba su trabajo y vería si ella
lograba juntar muchas plumas para el colchoncito del Niño Jesús.
Cuando
la mamá colocaba la Corona de Adviento en el comedor y encendía la
primera de las cuatro velas, Paulita comenzaba a juntar plumitas y a
fabricar hilos para la camita del Niño Jesús. Al principio esto no
fue fácil, pues no podía encontrar nada, no sabía qué sacrificio
podía hacer.
Un
día, durante el juego, Antonia, una de sus compañeras, para
molestarla le dio un fuerte pelotazo en la espalda, y cuando Paulita
estaba a punto de pagar con la misma moneda, oyó en su interior una
vocecita que le decía: "No le tires la pelota a Antonia,
soporta el dolor por Mí. Haz un sacrificio".
"Ahora
-Pensó Paulita- ahora ¡sí Señor!, estas son tus plumitas, los
sacrificios para el Niño Jesús".
No
tiró la pelota y así recogió la primera pluma que guardó en su
corazón en un cofrecito celestial.
Aquella
misma tarde cuando su madrina le dio un chocolate, ella ya sabía que
ese chocolate tenía que ser cambiado por una plumita para el colchón
del Niño Jesús. En vez de comérselo, lo dejó en un bolsillo del
abrigo hermanito. Al día siguiente ayudó a su mamá llevando un
canasto de ropa al lavadero y allí trabajó con ella toda la mañana,
tanto que su mamá quedó admirada y la besó suavemente. Todo se
transformaba en plumas el pesebre: dulces, sacrificios y oraciones.
En
la tercera semana de Adviento, cuando se encendió la tercera velita,
Paulita ya había juntado treinta y nueve plumitas.
"¿Bastarán?",
reflexionó... Como no sabía si treinta y nueve plumas serían
suficientes para hacer un colchón, sacó calladita el colchón de la
muñeca de su hermana y fue al sótano. Allí, con toda calma, abrió
una de las costuras y sacó treinta y nueve plumas. Pero quedó
desilusionada al ver el pequeñísimo montón. No había juntado ni
la mitad de lo que necesitaba. Tan poca cosa no bastaría para
calentar al Niñito Jesús, al Hijo de Dios. "No importa",
pensó, y con un suspiro puso otra vez las plumas en el colchón.
Desde
ese momento la dominaba un solo pensamiento: "¡Más plumas!
¡Necesito juntar más plumas, si no el querido Niño Jesús pasará
frío ".
¡Cómo
se esforzaba la niña! Vivía atenta para no perder ninguna ocasión
de hacer un sacrificio. Durante este tiempo ella fue la más amable
de las compañeras, la más servicial, especialmente frente a
aquellas que no le gustaban, y hasta hubiera sido capaz de decirles
que hicieran cualquier cosa para así tener ocasión de juntar otra
plumita.
¿Comprenden
ahora por qué en cada Adviento Paulita deja de lado sus juguetes? Su
tesoro secreto crecía siempre más. El Niño Jesús, ¿no debería
tener también sabanitas? En la cama de Paulita había dos y además
la abuela le había enseñado cómo hacerlas. Cada vez que rezara,
sería una hebra de hilo para las sábanas del Niño Jesús. Ahora
Paulita agregó a las oraciones de la mañana y de la noche un Ave
María, y cuando miraba el cuadro que colgaba en la pared, sobre la
cama, pensaba: "Mi corazón es sólo de Jesús".
En
el camino a la escuela cuando pasaba por la iglesia, se encontraba
con una imagen de la Virgen y el Niño Jesús en brazos. Paulita vio
que las flores estaban allí muy marchitas. Desde ese día llevó
todas las mañanas un ramo de flores a la iglesia y lo dejó a los
pies de la Santísima Virgen. Después, rezó todas las oraciones que
sabía de memoria, recordando que cada una sería una hebra de hilo
para las sabanitas de su querido Jesús.
Finalmente
llegó la Navidad, la hermosa Nochebuena. Paulita estaba arrodillada
muy cerca del pesebre, en una dulce conversación con el Niño Jesús:
"Estás
recostado sobre paja, pero en mi corazón, querido Niñito Jesús,
hay muchas plumitas para calentarte. Tengo dos sabanitas para
cubrirte. Ven Niño Jesús, ven a mi corazón; te va a gustar la
camita calentita y blanda que te he preparado".
Y
el Niño Jesús entró alegremente en el corazón de Paulita.
"Cuento
del libro Esperando al Niño Jesús" de Gabriela Kast.
1. Hacemos una reflexión:
¿Cómo
puedo yo preparar una camita calentita al Niñito Jesús?
¿Qué
sacrificios puedo hacer, para ofrecer al Niño Jesús?
¿Cómo
puedo yo hacerme más pequeña, más humilde y más generosa, para
que sea Jesús el que viva en mí?
3ª
Sesión:
- Recordamos lo que es adviento y cada uno hace la f7: “Vivir el Adviento” con su corona individual.
- Observamos la ficha y la comentamos haciendo hincapié en cada vela del árbol y su significado.
- Picamos el personaje que estamos esperando que nazca y lo pegamos sobre la cuna bajo el árbol.
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